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Estudios

Entrevista al Dr. Flavio Comim. Coordinador del grupo de investigación SEE

21 octubre 2021

“Desde las líneas de trabajo de nuestro grupo – medidas de vulnerabilidad o de fragilidad de las estructuras sociales – podemos ayudar a cumplir un objetivo que para nuestra universidad es muy importante, que es el fomento de nuestra misión social”

Nuevo grupo de investigación Social Economic & Ethics

Eres profesor de Responsabilidad Social Corporativa y Sostenibilidad en IQS. Háblanos de este nuevo grupo de investigación que coordinas, el grupo de Economía Social y Ética (SEE) 

Estamos muy contentos con este reconocimiento por parte de la URL, y creo que es un grupo necesario, dentro de la filosofía y cultura de IQS, ya que es importante que nos percatemos que, cuando tratamos temas económicos, siempre hay detrás un fundamento ético de los mismos. Y las cuestiones éticas necesitan de una materialidad, de ser medidas. Es un complemento muy necesario.

Podríamos definir este tipo de trabajo como de ‘ética aplicada’, con el objetivo de tratar problemas esencialmente éticos con instrumentos de medición y evaluación.

¿Quienes integran el grupo SEE – Social Economic & Ethics?

La creación de este grupo fue una sugerencia del Profesor Moslares, Decano de IQS School of Management, hace unos cuatro años, para tratar inicialmente temas de pobreza y desigualdad. Empezamos esta línea de investigación el Dr. Octasiano Valerio, el Dr. Mihály Borsi y yo mismo… Nuestro primer trabajo fue con el equipo de la Profesora Adela Cortina de la Universidad de Valencia, creadora del término ‘aporofobia’.

Con el tiempo, hemos ido incorporando hasta 8 investigadores y profesores de IQS –   Llorenç Puig, Oriol Quintana, Cristina Montañola, Francesc Prior y Xavi Casanova, así como dos estudiantes de doctorado – hasta crear este nuevo grupo Social Ethics and Economy – SEE –, nuevo grupo de investigación reconocido por la Universidad Ramon Llull. Para nosotros es un avance importante, y en relativamente poco tiempo.

¿Qué orientación tiene vuestra investigación? ¿Qué objetivos perseguís?

Trabajamos en temas muy sociales y elementos éticos, como desigualdad, pobreza, aporofobia (rechazo al pobre) y sostenibilidad, entre otros.  La idea de esta dimensión de nuestro grupo – social y ética al mismo tiempo – nos permite también colaborar, con una visión muy abierta, con otros grupos de IQS, como ahora con ASISTEMBE – Analytics, Simulation and Inquiry in STEM and Business Education – en un proyecto de aporofobia y análisis de sentimientos, y en el futuro con otros grupos en áreas de neuromarketing. Tenemos también una colaboración importante con la Universidad de Deusto.

Ahora, y derivado del nombre del grupo, vamos a empezar una serie de ‘SEEminars’, abiertos a toda la comunidad investigadora de IQS. Creemos que es muy necesario no hablar solo de economía, sino aplicar los aspectos éticos y sociales en las actividades cotidianas. Ese es nuestro principal objetivo.

¿Cómo definiríamos la ética aplicada?

Uno siempre tiene que cuestionarse lo que está haciendo, qué contribución podemos hacer para el conjunto de la sociedad, dónde añadimos valor.

Tenemos grandes herramientas de tratamientos de datos, econometría, profesionales y expertos en estas áreas, así como expertos en ética que trabajan en temas específicos.  Pero queremos ir más allá, poder hacer mediciones y aportes concretos a nuestra realidad y de ahí surge este grupo y los temas de ética aplicada.

Pensamos que el tema de la aporofobia y su comprensión son importantes para la Sociedad. Hablamos habitualmente de raza, de género, de sexualidad, de xenofobia… todos ellos son términos muy utilizados para tratar la discriminación. Pero no hablamos del rechazo cuando el individuo es pobre: tratamos a las personas de forma distinta cuando sabemos que carecen de recursos – en los centros educativos, en el mundo empresarial/laboral, en la propia sociedad –, negándoles derechos por el simple hecho de su condición humilde.

Las estadísticas oficiales en estas áreas son muy sencillas, poniendo el foco básicamente en personas sin hogar y/o que sufren violencia en las calles. Pero el concepto de aporofobia no se limita a esto, es más amplio y está mucho más arraigado.

Nuestro grupo está trabajando mucho en el área de medición de conceptos éticos. Así que parte del trabajo se basa en el mejor entendimiento de la desigualdad y de la pobreza, creando instrumentos de medida e indicadores de seguimiento.

¿Cuáles son estos instrumentos para ‘mediciones éticas’?

Estamos desarrollando un test de asociación implícita de aporofobia, financiado por la red IgnitEd ,  basado en desarrollos previos de metodologías de test implícitos.  Cuando pensamos mal de los pobres, desarrollamos caminos neuronales que nos llevan a asociaciones negativas con los pobres y positivas con los ricos, y que no deberíamos realizar éticamente. Por ejemplo, pensamos que un pobre es más perezoso que un rico, asociación que es errónea.

Nadie va a reconocer si es o no aporofóbico. Por tanto, lo que hace el test de asociación implícita es medir la velocidad de nuestras reacciones/respuestas en décimas de segundo, en las cuales asociamos, por ejemplo, algo bueno con un rico y algo malo con un pobre, y viceversa. La diferencia de tiempo que nos cuesta hacer una asociación y la otra nos indica el grado de discriminación que tenemos. Hicimos, el pasado mes de junio, una prueba piloto de este test con estudiantes de IQS, para estudiar la reacción a las preguntas.

Otro ejemplo de trabajo del grupo SEE es el proyecto ‘El futuro del futuro’, que conseguimos desde la Fundación empresas IQS y la Fundación La Caixa, en el que queremos estudiar temas como el desempleo en la juventud y su falta de aspiración. Hemos recibido solicitudes de personas de varios países, interesados en venir a trabajar en este proyecto.

Dentro de  Aristos Campus Mundus, trabajamos junto con  un grupo de la Universidad de Deusto experto en Inteligencia Artificial en otro proyecto para analizar en las noticias de redes y medios digitales las estructuras de aporofobia que existen, como asociaciones de palabras. De nuevo, tenemos aquí otro instrumento de medida del rechazo.

¿Qué otras líneas de investigación lleváis a cabo?

El campo de la aporofobia nos ocupa prácticamente el 60% de nuestras investigaciones. Pero dentro del grupo tenemos otras líneas de trabajo, como por ejemplo la que trata sobre pobreza, desigualdad y educación en China, financiada por la beca Marie Curie del Dr. Octasiano Valerio para el proyecto Chinequaljustice . Dentro de la misma línea, trabajamos con modelos de convergencia liderada por el Dr. Mihály Borsi. 

No menos importante es la línea que hemos iniciado ahora con la Dra. Cristina Montañola sobre simulación de modelos de aporofobia. Así como otro proyecto para iniciar una línea de investigación con el Dr. Francesc Prior, profesor de Finanzas y con experiencia en temas de educación en África, para conseguir una dimensión de desarrollo internacional de nuestra investigación, que es muy interesante también.

En el área de ética, estamos trabajando ahora en un proyecto liderado por el Dr. Oriol Quintana y el Dr. Llorenç Puig sobre la ‘Lógica de la Aporofobia’ y abriendo una línea de investigación sobre sostenibilidad.

Los temas son todos muy interesantes y hemos creado una red importante de colaboraciones, tanto internas en IQS como externas (Universidad de Deusto, Universidad de Valencia y otros centros de la URL como ESADE o el Instituto Borja de Bioética).

¿Cuál dirías que es el gran reto que afrontáis en el grupo?

Recuerdo como si fuera ayer el discurso de bienvenidas de nuestro Vice-Rector de la URL cuando entré en la universidad hace 4 años, en particular su mención al estereotipo que la sociedad civil tenía que las universidades privadas iban mucho ‘a su aire’ y no tenían una contribución más efectiva en bienes para la sociedad. Este es para mí nuestro gran reto: somos una escuela de élite, con una parte privilegiada de la población en nuestro alumnado, y deberíamos con ellos hacer una mejor y más amplia contribución a las necesidades de la Sociedad.

Creo que desde nuestras líneas de trabajo – de medidas de vulnerabilidad o de fragilidad de las estructuras sociales – podemos ayudar a cumplir un objetivo que para nuestra universidad es muy importante, que es el fomento de nuestra misión social.

El fin es hacer evidente que logramos una contribución social. Para llegar a este fin, tenemos varios medios como es este grupo de investigación, o como sería un proyecto europeo, o un plan estatal, elementos que nos darían reconocimiento y proyección.

Y si hablamos de sostenibilidad y preservación del Planeta, ¿cuál es vuestro enfoque, desde la visión del Laudato Si del Papa Francisco sobre el cuidado del Medio Ambiente?

Tenemos muchos investigadores en IQS trabajando en Sostenibilidad, en School of Engineering – sostenibilidad medioambiental – y también en School of Management – sostenibilidad financiera y ética –. Nuestro enfoque es el de la ética de la sostenibilidad, incidiendo en un punto del cual no nos percatamos fácilmente: una cosa es saber qué acción correcta hemos de hacer; otra cosa es tener la motivación para hacerla, que la mayoría de veces tiene componentes éticos complicados. Uno puede conocer los impactos del cambio climático, pero si la situación personal es confortable, ¿importa lo que pasa con los otros o más adelante con uno mismo? Es muy importante hablar de los problemas con fundamento ético.

No considero que los problemas ambientales sean los únicos problemas de sostenibilidad. Es muy importante la sostenibilidad social y sus implicaciones. Por poner un ejemplo: dentro del gran cambio que implica la revolución industrial 4.0 – con automatismos, cambios que implican el uso de tecnologías como Machine Learning, Deep Learning, etc. – las previsiones sociales suelen ser ambiguas: en EEUU está prevista una disminución drástica de los empleos tradicionales tal y como los conocemos actualmente, lo cual va a implicar una potencial crisis de empleo y social, que será una fuente de falta de sostenibilidad social.

Necesitamos una visión más amplia, dirigida hacia la sostenibilidad social y ética, con transparencia, responsabilidad y sin prejuicios. Sostenibilidad de ecosistemas sí – usos de la energía, protección del planeta, etc. – pero también de gestión de recursos y de las estructuras económicas. No olvidemos que hay mucha desigualdad: las Naciones Unidas (UN) publicaron en 2006 que había más de 1000 millones de personas en el mundo que carecían de 20L de agua/día.

Es muy importante no olvidar la dimensión ética del problema, ahí es donde añadimos valor. No hablamos de cambio climático, hablamos de injusticia climática: una persona en Florida en un año tiene una emisión personal de CO2  más alta que una persona en Afganistán en toda su vida. ¡Es una pasada!

En diciembre 2020, las UN publicaron un indicador de desarrollo humano ajustado por las presiones planetarias: en 30 años es la primera vez que crean este tipo de indicador con una corrección ambiental y que ha generado presión sobre los países más desarrollados.  Si el medioambiente es un bien común, las personas más privilegiadas hacemos uso de este bien común, que se les está negando a los más desfavorecidos. 

La gran mayoría de los retos sociales y ambientales que tenemos por delante tienen una estructura ética, como en “la tragedia de los comunes”. De hecho, este fue el tema principal de un curso del pasado verano sobre “La Economía de Francesco”, en el que impartí una de las Lectio Magistralis sobre “Moral sentiments, social choice and the commons”. Ya no podemos mirar más las cuestiones económicas como si no fueran profundamente definidas por valores y principios éticos. Y en eso trabajamos desde nuestro nuevo grupo de investigación.